Tomamos a la salida del pueblo la senda que se dirige a la ermita de San Mamede o Sanamede, para iniciar la excursión que tuvo alrededor de unos 11 km. de dificultad baja entre ida y vuelta, en su mayoría por una buena pista de tierra, en la cual cualquier otro día sin tanta agua se puede tranquilamente meter el coche sin riesgo de atollarlo. El camino surca entre antiguas cortinas de granito y encinas, y en su última parte va paralelo al Duero que discurre abajo en la profundidad de los Arribes.
Llegamos a las ruinas de la ermita y la reconstruída casa del ermitaño, para a escasos metros continuar hasta el acantilado por el cual antes de embalsar el río se descendía al temible paso de las Estacas, descrito ya por los romanos y que no sin peligro comunicaba a los más arriesgados habitantes de ambos lados de la frontera. Desde este punto la vista paisajística es con todas las letras espectacular: metros y metros de caída, abajo el Duero encajonado y la visión de inmensos paredones rocosos. Abandonamos el mirador para subir a lo alto del pequeño teso previamente bordeado y que en su cima corona una mole esférica de granito conocida como Peña Redonda, en sus alrededores existió un castro celtíbero en el cual se encontró la famosa escultura de la mula entre otros objetos.
Y ahí terminó la excursión, quedaba el regreso, deshaciendo el camino antes andado y pensando en preparar otra rutilla, en la cual, por pedir esperamos no pasar tanto frío.
A continuación una descripción del Paso de las Estacas, escrita por Madoz a mediados de S.XIX:
Marcha con profundo y más recogido cauce por entre elevados cerros y horribles precipicios, recorre en el territorio de España los términos de Villardiegua, donde se halla el famoso cuanto temido Paso de las Estacas, de los más ásperos de las arribas del Duero; principia en la ermita de San Mamed, de la que parten dos senderos, el uno titulado de los Molinos y el otro Paso Malo, por serlo en tanto grado, que es muy frecuente precipitarse los ganados, y de cuantos hombres se aventuran á transitar por él, pocos dejan de perecer victimas de su temerario arrojo (...) ordinariamente el Duero se halla tan metido en madre en este punto, que se atraviesa con un tiro de piedra (...) á su final se halla la Piedra del Salto, desde la que hay que hacerlo con bastante peligro á una gran lastra algo perpendicular; siguen después otros peñascos y aberturas que vencer hasta pisar el territorio portugués (...) el Paso Malo conduce á este de las Estacas, frecuentado solo por contrabandistas y malhechores (...).
P. Madoz, "Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones"